INTRODUCCIÓN HISTÓRICA
Las primeras referencias históricas al territorio bañezano aluden al carácter astur de sus habitantes. Cerca de la actual La Bañeza, en San Martín de Torres, se sitúa, con toda probabilidad el emplazamiento de la ciudad astur de Bedunia, mencionada en diversas fuentes geográficas romanas, como el denominado Itinerario de Antonino, lo que nos da cumplida cuenta de la importancia de este espacio.
El oro, la abundancia de metales y la riqueza agropecuaria del territorio, motivaron la conquista de Roma entre los años 29 al 19 a. C. que culmina durante el reinado del emperador Augusto. A partir de entonces y hasta el siglo V de nuestra era, el espacio bañezano formó parte del Conventos Iuridicus Asturum, dentro de la provincia de la Gallaecia, que abarcaba, durante el final del imperio romano, el noroeste de la Península Ibérica.
Su posición en un auténtico cruce de caminos, hizo que fuera una zona de ocupación humana densa y cotizada por diferentes pueblos durante las invasiones germanas que acabaron con Roma. A mediados del s. V, visigodos y suevos combatieron en los alrededores de La Bañeza, en el hoy despoblado de Hinojo, por el dominio de estas tierras, quedando la victoria del lado de los godos.
Es muy probable que durante estas centurias, siglos V al VIII, en las inmediaciones de la actual iglesia de San Salvador, existiera un pequeño asentamiento menor, quizás vinculado a un núcleo religioso.
La invasión musulmana del 711 arrasó estas tierras, pues la así llamada Vía de la Plata que las atraviesa fue una de las arterias de penetración utilizadas por los ejércitos árabes en la conquista.
A mediados del s. IX, por orden del conde Gatón de El Bierzo, nace el actual emplazamiento bañezano, formado a partir de dos núcleos diferentes. Uno, con población de Pereje (Bierzo), funda San Pedro de Périx, otro, con mozárabes llegados desde Córdoba se asienta en torno a San Salvador, denominando a ese hábitat Bani Eiza o el lugar perteneciente a los descendientes de Jesús (Isa, Eiza). De la fusión de mozárabes cordobeses y de bercianos nacerá la esencia aperturista y cosmopolita de La Bañeza, así como su primer mercado y dos parroquias: San Pedro, que con el tiempo se trasladará a Santa María, y San Salvador, que, como monasterio familiar, será ofrecido a comienzos del siglo X al obispo San Genadio.
A finales de esta centuria, las tropas de Almanzor destruyen el monasterio, que será recuperado a comienzos del s. XI y de nuevo ofrecido al episcopado. La paz subsiguiente así como su ubicación en la Vía de la Plata, uno de los Caminos de Peregrinación históricos a Santiago de Compostela, marca parte de su esencia vital.
Pero ante todo la historia medieval de La Bañeza es la forja de su carácter comercial y de cabecera económica de un territorio. Su mercado, célebre el Reino de León y, después de 1.230, en la Corona de Castilla, continúa vivo y activo hasta el presente.
Durante la Edad Moderna, nuestra ciudad pasó a convertirse en la cabecera del Marquesado de igual nombre en manos de la familia Bazán. A esta próspera ciudad acudirán mercaderes, artesanos y comerciantes llegados desde las lejanas tierras de Europa, fundamentalmente flamencos y franceses, especializados en tejidos, uno de los gremios más importantes de la ciudad. Sede del Adelantamiento del Reino durante parte del siglo XVII, La Bañeza se convirtió en un referente aperturista y activo de la Corona.
Al igual que otras ciudades, sufrió las consecuencias de la ocupación napoleónica y los padecimientos de las guerras carlistas. A finales del s. XIX, en 1.895, recibió oficialmente el título de ciudad de manos de la reina regente Maria Cristina de Habsburgo-Lorena, en nombre de su hijo Alfonso XIII.
Hoy es una ciudad sabia heredera del carácter franco y cosmopolita de todos sus pobladores desde la antigüedad. Una urbe que recibe con los brazos abiertos, que es festiva y carnavalera, pero también seria y rigurosa en los negocios, comerciante y activa. Una ciudad donde todos son bien recibidos.